Archivos del Autor: Gabriela Morales

No te vayas de vacaciones sin hacer esto

Líder: Planifica hoy para que tu equipo y tú podáis disfrutar mañana

Julio trae la jornada intensiva y, con ella, la sensación de que el día no alcanza para todo. Para muchos directivos sénior, estas semanas se convierten en una carrera silenciosa: cerrar objetivos, mantener la motivación y, al mismo tiempo, evitar que el equipo llegue fundido a las vacaciones. Pero hay algo que marca la diferencia: Preparar el “Back to school” con intencionalidad. La mejor forma de irse de vacaciones es haber dedicado tiempo a planificar la vuelta, asegurando que tenemos claras las prioridades y un calendario completamente alineado. La otra alternativa es volver de vacaciones y dedicar un par de semanas a intentar centrarnos. Como líder, también es clave transmitir al equipo la importancia de hacer este mismo ejercicio. Cuando un líder combina foco, atención, orden y cuidado de la energía, no solo logra cumplir objetivos, sino que hace posible que él y su equipo vuelvan en septiembre con ganas de seguir construyendo y con todo planificado para lograrlo.

Rendir sin romperse: el nuevo KPI del líder

No gestionamos tiempo, gestionamos energía.

Justo cuando más nos estresamos es cuando menos tiempo dedicamos a planificar y priorizar. Irónico, ¿verdad? Pues es precisamente cuando la complejidad sube, cuando empezamos a sentirnos estresados y el contexto aprieta, cuando más necesitamos parar. Parar para pensar. Parar para decidir a qué sí y a qué no. Parar para cuidarnos y asegurar nuestra mejor versión. A más presión, más necesidad de priorizar con intención. A más agenda compleja, más valor tiene el planificar. A más velocidad y cansancio, más importante es cuidarnos. Y no, no es fácil. Pero sí es lo que marca la diferencia. Mejorar nuestra capacidad de organización no es un lujo. Es una necesidad.

A más caos, más pausa

Justo cuando más nos estresamos es cuando menos tiempo dedicamos a planificar y priorizar. Irónico, ¿verdad? Pues es precisamente cuando la complejidad sube, cuando empezamos a sentirnos estresados y el contexto aprieta, cuando más necesitamos parar. Parar para pensar. Parar para decidir a qué sí y a qué no. Parar para cuidarnos y asegurar nuestra mejor versión. A más presión, más necesidad de priorizar con intención. A más agenda compleja, más valor tiene el planificar. A más velocidad y cansancio, más importante es cuidarnos. Y no, no es fácil. Pero sí es lo que marca la diferencia. Mejorar nuestra capacidad de organización no es un lujo. Es una necesidad.

“Sí, priorizo.” ¿También te estás mintiendo?

Lo que no está escrito, no existe.

“Sí, priorizo.” ¿Seguro? Enséñamelo. Cuando preguntamos a profesionales si tienen claras sus prioridades, la mayoría responde que sí, sin dudar. Pero cuando les pedimos que nos las muestren por escrito… el silencio lo dice todo. Porque lo que no está escrito, no existe. Priorizar requiere una estructura mínima. No basta con intuirlo mentalmente entre reuniones, correos y fuegos diarios. Tres señales de que no estás priorizando de verdad: No puedes enseñar por escrito tus 5 o 6 prioridades del mes. Tus prioridades están mezcladas con tareas sueltas en tu cabeza. Lo urgente te gana demasiado a menudo. Escribir es decidir. Es priorizar de verdad.  

El eslabón perdido de la productividad personal: sistematizar la ideación

Creíamos que lo sabíamos casi todo sobre productividad, pero no… nos faltaba sistematizar la ideación, ese nivel de reflexión elevada, realizado con calma y perspectiva, tan necesario en determinados niveles. Esta revelación surgió mientras reflexionaba sobre mis propios sistemas y los planteamientos de hacia dónde ir con nuestra propia consultoría. Al revisar cómo organizamos nuestro tiempo, muchos hemos conseguido optimizar nuestros calendarios: agendas más coherentes, enfocadas en lo que realmente importa. Hemos reducido las reuniones a las estrictamente necesarias, con espacio suficiente para prepararlas y también para profundizar en aquellas que lo requieren. Además, hemos ganado eficiencia en tareas que antes nos empujaban a la multitarea constante (emails, móvil…). Sin embargo, y a pesar del mucho tiempo que llevamos mejorando, faltaba algo: el tiempo deliberado para «alimentar el cerebro» con ideas y conocimiento necesarios, y el tiempo para pensar desde la distancia sobre grandes temas, en lo que algunos llaman ideación estructurada. ¿En qué consiste este «feeding my brain»? Es ese espacio que necesitamos para: Leer artículos y conocimientos que expandan nuestra perspectiva Escuchar ideas de personas distintas a las habituales. Observar con curiosidad lo que ocurre a nuestro alrededor. Conversar con clientes y colegas a un nivel más profundo. Esto lo hacemos, pero no con la sistemática que deberíamos. Pero el verdadero desafío viene después: ¿cómo transformamos esa información en ideas valiosas? Y aquí es donde la ciencia nos ofrece una pista interesante. La investigación muestra que la ideación ocurre principalmente en momentos de scattered focus —esos espacios mentales difusos mientras caminamos, nos duchamos o conducimos. Nuestro cerebro necesita primero absorber información y luego procesarla en segundo plano. Lo paradójico es que raramente contemplamos estos dos tipos de tiempo en nuestros calendarios. Estamos tan concentrados en ejecutar que olvidamos crear el espacio para generar nuevas ideas. Si lo miro con perspectiva, fue así como se me ocurrió crear el método FASE hace ya más de diez años

¿Ya estás FASEando? Una nueva forma de trabajar

Hola a todos: La semana pasada, una clienta brillante y con visión de futuro me copió en un correo que envió a sus compañeros después de nuestra sesión en Londres… y sus palabras me resonaron profundamente. Escribió: «As this was our first time together on SP and our first time FASE’ing, I took the liberty of helping you capture the Big Rocks, MITs, and Storyboard…» No pudimos evitar reírnos y reflexionar sobre ello. Lo que comenzó como una simple pregunta que algunos clientes se hacen entre ellos —“¿Practicas FASE?”— se ha convertido en una realidad para muchos. Y así nació el concepto de FASEar (FASE’ing): un nuevo verbo que simboliza el arte de aprender y aplicar FASE como una forma de trabajar de manera más inteligente, no más dura. FASE es mucho más que una metodología: es una mentalidad. Empodera a las personas para crear un mejor equilibrio en sus vidas, mientras logran resultados aún mayores. Este enfoque está transformando la manera en que nuestros clientes organizan su día, convirtiendo la productividad en algo sostenible y, sobre todo, satisfactorio. Así que aquí va nuestro reto para ti: tómate un momento para reflexionar sobre esta frase y piensa cómo FASEar podría transformar tu forma de trabajar. ¿Estás lista/o para adoptar una forma más inteligente de trabajar?

La implementación de IA no es solo un desafío tecnológico, sino un reto de liderazgo.

Cuanto más observamos organizaciones implementando IA, más evidente resulta que el éxito depende de un compromiso decidido desde la alta dirección. Sin embargo, muchas empresas siguen delegando la implementación al departamento de IT o al equipo digital. Esta estrategia, una y otra vez, ha demostrado ser lenta e ineficaz. ¿Por qué ocurre esto? Porque la verdadera transformación con IA no es solo una cuestión técnica, sino organizacional. Y, como en cualquier cambio profundo, el comité de dirección debe asumir un rol protagonista: comunicar la visión, ser referentes, impulsar procesos de cambio y medir avances. Por eso, algunos de nuestros clientes más avanzados han entendido que, antes de hablar de IA para la efectividad personal, los primeros en formarse –aunque sea mínimamente– deben ser ellos. Pero hay un beneficio adicional: cuando la alta dirección comprende de primera mano cuánto puede mejorar la eficiencia con IA, también ve con claridad el impacto en ahorro de tiempo, optimización de procesos y eliminación de tareas repetitivas. En otras palabras, descubre un potencial enorme para agilizar la empresa y liberar recursos. Y aquí la clave: la IA no se adopta desde IT, sino desde la estrategia empresarial. IT será un socio fundamental, pero el cambio real ocurre cuando cada líder entiende y aplica la IA a su propio nivel. Ahora te pregunto: ¿Está tu comité de dirección realmente comprometido con la IA o sigue esperando que el cambio ocurra sin involucrarse? ¿Ha experimentado en primera persona su impacto en productividad y eficiencia?

¿Por qué la organización personal precede al éxito colectivo?

La necesidad de mejorar la organización personal y la efectividad individual no tiene fronteras. Algunos profesionales lo ven antes, otros después, pero esta es la base fundamental sobre la que descansa todo lo demás. Sin este pilar, cualquier intento de mejora organizacional queda limitado. Empieza contigo. Descarga el artículo

Pararse a pensar: tan simple, pero tan complejo a la vez.

Pararse a pensar: tan simple, pero tan complejo a la vez.   Cada mes intentamos pasar un fin de semana fuera de la rutina, visitando alguna ciudad o pueblo. Lo dedicamos a dar grandes caminatas, a comer bien y a pensar desde la distancia sobre aquellos temas que lo requieren. Siempre volvemos con alguna idea buena.   El pensar desde la distancia es un recurso escaso en un mundo de inmediatez, hiperactividad e hiperconectividad. Bill Gates tenía una estrategia interesante para combatir esto cuando dirigía Microsoft. Se apartaba por dos semanas cada seis meses solo para pensar: sin reuniones, sin correos urgentes, solo lectura, reflexión y escritura.   A primera vista, esto suena como un lujo que solo alguien en su posición podría permitirse; sin embargo, demuestra algo fundamental: el valor del tiempo sin interrupciones para poder reflexionar sobre aquello que consideras importante en tu vida.   Es irónico que las mejores ideas a menudo no surjan en reuniones creadas para ello, sino en el silencio de la ducha, del coche o durante un paseo por la montaña. Es cierto que necesitamos anticipar el tema y llenar nuestra mente con ciertas ideas o reflexiones de antemano.   Todo esto nos recuerda la diferencia entre pensar rápido y pensar lento. Pensar rápido es detectar un error en una presentación y corregirlo al instante.   Pensar lento es absorber información sobre un tema complejo, dejarla asentarse primero en el consciente, luego en el subconsciente y, finalmente, permitir que la mente te lleve a grandes conclusiones.   Más de uno estará pensando que hoy en día es más difícil que nunca encontrar ese espacio. Pero, si un CEO de Microsoft podía aislarse dos semanas al año sin que su empresa colapsara, probablemente puedas encontrar algunas horas de vez en cuando. Quizá, en ese pequeño espacio de calma, descubras las ideas que realmente marcan la diferencia.