Justo cuando más nos estresamos es cuando menos tiempo dedicamos a planificar y priorizar.
Irónico, ¿verdad?
Pues es precisamente cuando la complejidad sube, cuando empezamos a sentirnos estresados y el contexto aprieta, cuando más necesitamos parar.
Parar para pensar. Parar para decidir a qué sí y a qué no. Parar para cuidarnos y asegurar nuestra mejor versión.
- A más presión, más necesidad de priorizar con intención.
- A más agenda compleja, más valor tiene el planificar.
- A más velocidad y cansancio, más importante es cuidarnos.